
La alergia a la proteína de la leche de vaca o APLV es una reacción del sistema inmunológico ante las proteínas de la leche de vaca, lo que puede desencadenar síntomas en distintos sistemas del cuerpo, principalmente el digestivo, pero también la piel y las vías respiratorias.
A pesar de lo que muchos piensan, esta condición es más frecuente de lo que se piensa y puede generar molestias significativas en los bebés, por eso es importante diferenciarla de la intolerancia a la lactosa, que no involucra una respuesta inmunitaria.
La intolerancia ocurre cuando el cuerpo no produce suficiente lactasa, la enzima encargada de descomponer la lactosa, que es el azúcar de la leche. Esto provoca síntomas digestivos como distensión abdominal, gases y diarrea, pero no afecta la piel ni el sistema respiratorio, como sí ocurre en la APLV.
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Toggle¿Cómo identificar los síntomas de la APLV?
El diagnóstico de la APLV se realiza principalmente mediante la observación clínica y la respuesta a una dieta de eliminación.
Esto implica retirar completamente la proteína de la leche de vaca de la alimentación del bebé, y cuando aún hay lactancia materna, también la madre debe dejar de consumir leche de vaca y sus derivados cuatro semanas como mínimo.
Posteriormente, se lleva a cabo una reintroducción controlada, conocida como prueba de provocación o reto, bajo supervisión médica para evaluar si los síntomas reaparecen.
Sobre la prueba de sangre
No se recomienda utilizar la prueba de sangre oculta en heces como método diagnóstico, ya que su especificidad es baja y puede dar resultados poco confiables. En algunos casos, se pueden considerar otras pruebas complementarias, como análisis de IgE específica en sangre o pruebas cutáneas.
¿Cuál es el pronóstico de la APLV?

El pronóstico de la APLV puede variar considerablemente de un niño a otro. Se estima que alrededor del 50% de los niños superan la alergia antes de cumplir un año, y la mayoría de los casos se resuelven entre los 3 y los 6 años.
Sin embargo, cada niño es diferente, y el tiempo de resolución puede depender de diversos factores, como la gravedad de los síntomas y la adherencia al tratamiento.
Es fundamental tener en cuenta que la presencia de otras condiciones alérgicas, como el asma o la rinitis alérgica antes de los 3 años, pueden aumentar el riesgo de que la APLV persista por más tiempo.
¿Qué puedes hacer para reducir el riesgo de APLV desde el embarazo?

Hay varias estrategias que puedes seguir para disminuir la probabilidad de que tu bebé desarrolle APLV. Una de las medidas más importantes es mantener una alimentación equilibrada, rica en nutrientes esenciales, como ácidos grasos omega-3 y vitamina D, que favorecen el sistema inmune.
También debes cuidar la salud de tu microbiota intestinal, ya que un desequilibrio en las bacterias intestinales puede influir en la predisposición del bebé a desarrollar alergias.
Se recomienda consumir alimentos ricos en fibra y probióticos y de ser necesario, utilizar suplementos de probióticos bajo supervisión médica.
Evitar el tabaco y otros contaminantes ambientales también es fundamental, ya que pueden aumentar el riesgo de alergias en el bebé. Además, optar por un parto vaginal puede ser beneficioso, ya que favorece la transmisión de bacterias beneficiosas que fortalecen el sistema inmune del bebé.
¿Cómo identificar y evitar la proteína de leche de vaca en los alimentos?

El manejo de la APLV no se limita solo a la eliminación de la leche de vaca y sus derivados en la alimentación. También es importante identificar fuentes ocultas de proteínas lácteas en productos de uso diario.
La leche está presente en muchos productos y alimentos que consumimos diariamente, como:
- Alimentos procesados.
- Medicamentos como jarabes, suplementos y algunas vacunas.
- Productos de higiene y cuidado personal como cremas, lociones, jabón, champú, pañales y toallitas húmedas.
- Artículos escolares y de limpieza como pegamentos y detergentes.
Es muy importante que los padres revisen siempre las etiquetas de todos los productos para poder realizar el tratamiento de manera adecuada.
Además, debes evitar la contaminación cruzada, que puede ocurrir si los alimentos sin leche se preparan en los mismos utensilios o superficies donde hubo contacto con productos lácteos.
Para prevenir esto, se recomienda utilizar utensilios exclusivos, limpiar adecuadamente tablas de cortar y licuadoras, y asegurarse de que los alimentos sean manipulados con cuidado en casa y en restaurantes.
Opinión desde la pediatría integrativa

La APLV es una condición cuya prevalencia ha ido en aumento en los últimos años. Su diagnóstico puede ser confuso y su manejo complicado, especialmente debido a los errores frecuentes en la implementación de la dieta de exclusión. Muchos padres desconocen los múltiples nombres con los que la leche puede aparecer en las etiquetas de los productos, lo que aumenta el riesgo de exposición inadvertida.
Además de los alimentos, la proteína de la leche puede encontrarse en diversos productos de uso cotidiano, lo que dificulta aún más su manejo. La contaminación cruzada también es un factor clave a considerar.
Desde un enfoque integrativo, la prevención es fundamental. Mantener un adecuado equilibrio en la microbiota materna, llevar una alimentación consciente y favorecer un parto vía vaginal pueden contribuir a reducir el riesgo de alergias en la infancia.
La educación de los padres y el acompañamiento cercano en este proceso son esenciales para un manejo exitoso y una mejor calidad de vida de los niños con APLV.
Afortunadamente, además de las estrategias dietéticas, existen alternativas naturales que pueden ayudar a los niños con APLV.
La homeopatía es una herramienta complementaria que contribuye a regular y fortalecer el sistema inmune, aliviando los síntomas digestivos, cutáneos y respiratorios. Integrar este enfoque con la medicina convencional permite ofrecer un tratamiento más completo y adaptado a las necesidades individuales de cada niño.